La verdad sobre el 'apocalipsis' de 2012

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Probablemente os haya llegado estos días algún correo anunciando la inminente explosión para el 2012 (año mundial del ignorante catastrofista) de la gigante roja Betelgeuse, uno de los astros más reconocibles del firmamento. ¡Que no cunda el pánico!...



El origen del rumor se debe a un tal Brad Carter, físico veterano de la Universidad de Southern Queensland (Australia), que al parecer ha afirmado que en breve podremos observar una especie de segundo sol en el cielo. Vamos, como en Tatooine, el planeta con dos soles gemelos de la saga Starwars en el que se crió Luke Skywalker....



Lo cierto es que no va a ser así. Cuando Betelgeuse explote y se convierta en una supernova el espectáculo, ciertamente, va a ser inolvidable. Durante unas semanas, incluso podremos observar su luz a pleno día, pero de ahí a decir que parecerá que vivimos en un sistema solar doble, hay un trecho demasiado poblado de fantasía.
En efecto, al hombro derecho del guerrero Orión (el izquierdo para el observador) le va a pasar como a James Dean y su mítica frase: "vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver".
Como cualquier gigante rojo, a causa de su enorme masa, Betelgeuse está prematuramente condenada a muerte pese a tener "sólo" 10 millones de años.

Indudablemente, con el reloj de la escala cósmica en la mano, a este astro le queda un suspiro para convertirse en supernova, pero cualquier intento de relacionar este evento con el dichoso año 2012 y sus ridículas connotaciones catastróficas, es simplemente torticero.
Como ya he hablado de las estúpidas modas destroza-mundos, que periódicamente tratan de meter el miedo en el cuerpo de los más crédulos o ignorantes, prefiero no extenderme repitiendo que el 2012 será simplemente otro año más.

¡Bastante crisis tenemos por aquí abajo como para buscar además armagedones ficticios! Pero es que, aunque Betelgeuse explotase ese año, lo único que nos aportaría sería una bonita decoración celeste. ¡Nada de destrucción! Lo siento por los agoreros que viven del cuento.
Para que una supernova de nuestra vecindad barra la vida en la Tierra, tiene que situarse a unos 25 años luz de la Tierra. ¡Y Betelgeuse está a unos 500 o 600 años luz! Es más, no existe forma de que ningún astrónomo, por muy equipado que esté su telescopio, pueda calcular la fecha del deceso cósmico de nuestro brillante vecino.

Podría pasar un siglo, un milenio, tal vez un millón de años, antes del boom. No obstante me voy a atrever a hacer un vaticinio: "Veo dolor en 2012, mucho dolor... ¡De cuello!".
Y es que si ese año te pasas los días mirando hacia el cielo buscando un segundo sol, te mereces la tortícolis, amigo.

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